Edelweiss’s Voice

El sonido de mis letras

Postales de Leningrado

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Desde hace un tiempo para acá, las películas venezolanas postuladas al Oscar ya no son una novedad. En esa preselección nunca falta una Maroa, Una casa con vista al mar o Secuestro Express. Pero nunca pasan de la precandidatura, por supuesto.

Este año, la noticia la dio Postales de Leningrado (escrita y dirigida por Mariana Rondón), y como ya se está haciendo costumbre, a mi no me sorprendió. Sorprendida quedé anoche cuando fui a verla y me ENCANTÓ!

Ya he contado muchas veces que soy muy, muy fanática del cine venezolano. Trato de no perderme ninguna, me gusta saber quienes integran el equipo desde el protagonista hasta el que reparte el café, siempre lo promociono y pago mi entrada para verlo, además (nada de dvd quemado). Pero estemos claros: la mayoría de las películas son malas. Uno siempre sale con una inevitable desilusión que te hace pensar “será para la próxima”. Porque sino son malas, entonces, falta algo, la historia quedó mocha o las actuaciones fueron pésimas. No sé, pero siempre pasa, es parte del decepcionante cine venezolano.

Pero Postales de Leningrado, me hizo sentir una satisfacción que sólo sentía con los cortometrajes de la UFT, en el mejor sentido casero, considerando que eran hechos con las uñas, por panas y no creía que el resultado fuese bueno. Claro, tampoco es una obra maestra, y como cualquier peli francesa, mexicana, gringa, o de donde sea, tiene sus detalles, sólo que los baches venezolanos suelen ser más obvios, pero la verdad, en conjunto está muy bien hecha, diría yo.

¿Qué me gustó? La estética, todo muy visual y sin mal gusto (como la mayoría), las locaciones, las animaciones. Por supuesto, esa forma de ir echando la historia pa’lante y pa’tras que a mi tanto me gusta en las películas. Y sobre todo los actores. Laureano Olivares, a mi parecer es uno de los mejores talentos jóvenes con los que cuenta la televisión y el cine venezolanos. Desde su emblemático papel en Sicario, ha demostrado que puede interpretar muchos roles dejando atrás a Jairo, aun y cuando la mayoría sean malandros. He ahí el punto de clave que evidencia su histrionismo. Y que me perdonen sus fanáticos, pero para mi es mucho más respetable que Edgar Ramírez, que me cae muy bien y me gusta, pero no podemos negar que en inglés o en español, en Elipsis o en El Don, siempre, siempre es Cacique, sin vuelta atrás.

Haydee Faverola, quien hace de la abuela loca, es genial en la historia. Sé que es actriz de teatro, creí haberla visto, pero no doy con ella. Así, el resto de los actores, incluyendo a Greisy Mena, quien de la niña prospecto de músico académica en Maroa el año pasado, pasó a ser la madre guerrillera que sale medio desnuda, en lo que parece ser una escena justificada y no un capricho del cine local.

Update: Gracias a Claudia, que me sacó de la confusión y me acotó que Greisy Mena no era Maroa, sino Yorlis Domínguez. Un lapsus! Son como parecidas y confié en mi apreciación :s

Y los niños son una cosa realmente especial. Me recordaron una película colombiana protagonizada por infantes llamada Los niños invisibles. Las caritas, las actitudes, lo grandes actores que se revelan antes de tener una década cumplida. Empezando por la niña que narra toda la historia, pasando por Teo (William Cifuentes), el principal, y los primitos que matizan lo que ocurre con unas pintas muy particulares. Y esa narración infantil es lo que hace que el planteamiento de esta peli sea distinta a lo mismo de siempre: un relato desde un punto de vista totalmente inocente, por una niña que piensa que las artimañas de la guerrilla son como juegos de niños: cambiarse de nombre y ocultar la verdadera identidad permanentemente, esconderse y ser el hombre invisible, huir, cambiar armas, e ir a Leningrado y mandar postales. Con una mención especial a lo que significa tener miedo… a cualquier edad, en cualquier parte. No es una fórmula nueva, de hecho, es constantemente comparada con La vida es bella, pero yo creo que fue un buen planteamiento.

Ha sido muy comentado que esa espontaneidad con la que se cuenta una historia heavy como la de la guerrilla, relatada muchas veces en otras películas de acá, pudo ser lograda de esa forma, porque su directora Mariana Rondón lo lleva en su sangre y en sus recuerdos, al ser hija de Pavel Rondón, ex guerrillero venezolano y actual embajador del país en Colombia. Ella tal vez no recibió postales, pero tenía unas cuantas dibujadas en su cabeza.

De allí, que tenga un documental anterior titulado “Hijos de la guerrilla”, en el que los hijos de los combatientes relatan sus historias escondidas. No lo he visto, pero ¿Entrevistarían a Alejandra Petkoff?

Como simple espectadora a la que le enferma hablar de todo lo que ve ( y no por dármela de “crítico de cine” como me dijeron una vez), siempre he pensado que el gran problema de las películas criollas es el guión. Vacíos, incoherentes, inconclusos, elija usted el calificativo y búsquele la película que le quede mejor. También creo que eso ha mejorado recientemente, pero las fallas siguen persistiendo ahí. En este caso, se me hizo un poco repetitiva la manera de abordar la situación en “el monte”, algunas escenas como en desorden y unos detallitos que quedan en el aire.

La verdad, he leído críticas muy buenas y muy malas, pero así la vi yo. Como dije, no es una obra maestra, pero Mariana Rondón, me hizo salir contenta del cine esta vez.

 

septiembre 28, 2007 Posted by | Veo Cine-DVD y poca TV | 8 comentarios

Esas tarjetiiicas…

Las tarjetas de invitación siempre me han parecido ridículas, sobre todo las de graduación y las de matrimonios. Pero las de graduación, son un tema aparte del cual debí haber escrito cuando me gradué y por supuesto, jamás se me ocurrió hacer una tarjeta de “participación” (como si a alguien pudiera importarle en realidad) de que había culminado la carrera, agradeciéndole con lugares comunes a los que “me acompañaron en este largo camino”. Si la gente supiera lo que me río leyendo esas tarjetas, a mi casa no mandarían una más nunca.

El asunto esta vez son las tarjetas de boda, a propósito de que me han invitado a más bodas este año de las que he ido en mi vida, y he estado haciendo una comparación entre ellas. Eso sí, independientemente de que mis panas que se casaron o están por casarse, sean mis amigos de toda la vida, los quiera mucho o me caigan muy bien. Eso no tiene nada que ver con mi concepción de la tarjeta, ni de la boda en general. Lo digo, porque como los que me conocen saben, no hay nada que se me haga más cursi e inútil que un vestido de novia: metros de tela blanca que más caro o más barato, siempre termina pareciendo el bañado de una torta. Nunca he podido entender cómo esa puede la máxima ilusión de una mujer normal… o anormal, según el caso.

Entonces, como parte del showcito de la boda, están las tarjetas de invitación, que por si mismas tienen su propio show impreso:

Primero: vienen como en tres sobres, con un sello que tiene las iniciales de los protagonistas, que ya de por sí es como un recuerdo que hay despegar con cuidado. Sales de ese sello y del primer sobre, y viene el segundo que guarda en lo más profundo, el texto del acontecimiento. Ese es un modelo estándar, puede ser más sencilla con menos sobres o más extravagante hasta con tul, cintas o pedazos de perla incluidos.

Segundo: las primeras líneas del texto: Cosas como Juan Francisco Pereira del Rosal y Carmen Alicia Maldonado de Pereira del Rosal (en una esquina), y por la otra, una pareja similar, tienen el inmenso placer de invitarles a la boda de sus hijos: Rubén Darío y Natalia Estefanía. Qué cosa tan fea, no? El empeño de ponerse los nombres completicos para dárselas de aristocráticos, como un pique entre los padres del novio con los de la novia pa ver cuáles tienen los apellidos más largos, como si eso fuera a hacer la boda más elegante.

Tercero: La fiesta es el Hilton o en Villa Bombín, porque en Barquisimeto la gente no se casa en otro lugar. Y rematan con “traje formal”, supongo que con el temor que algún primo mala conducta se les aparezca en chancletas por los ascensores del Hilton.

Ni hablar de la tarjetita adicional, que ya en el año 2007 es vomitiva por demás: “El mejor regalo es su presencia, pero si algo nos quiere obsequiar, en efectivo lo sabremos apreciar”. Noooooooo. No puedo con la gente que tiene tan mal gusto. Estamos claros que entre más pasan los años, más aumenta la pelazón, pero Dios, cuándo vamos a ser civilizados y dejar esas costumbres tan primitivas? Claro, como aquí la gente es tan ocurrente, entonces optaron poner aquel escrito de Aquiles Nazoa de lo inútil de los regalos, que al principio daba risa, pero ya causa el mismo efecto de la otra cartilla. O también, se van hacia lo minimalista, eliminan las palabras del martilleo y en las tarjeticas sólo ponen: $$$$$$$$$. Pero quienes no pierden esa mala costumbre, deberán escribir a partir del año que viene: BsF, BsF, BsF…

Hablando de eso, tengo una anécdota digna de ser leída en un blog: Se trataba de un cumpleaños infantil, y en la invitación venía la tarjetica extra, con la misma muela de la presencia y bla bla bla, rematando con la frase: “si algo me quieres regalar, en efectivo mis padres lo sabrán administrar”. :O:O:O ¿Los padres pueden ser tan lambucios y evitar que a su hijito le regalen los muñecos de Backyardigans o Elmo, o algún engendro de esos que los divierta, por martillar como hicieron en la boda? ¡Se pasan!

En fin, las tarjetas, ridículas y todo son un vacilón, y son como “chuleteadas”, justamente, porque la gente está acostumbrada a seguir patrones absurdos para ser felices, como casarse disfrazada de torta con la marcha nupcial, hacer hora loca porque sino: “esa fiesta si estuvo mala”, y claro, hacer tarjetas así. ¿Han oído la conversa de una novia estresada meses antes de su boda, verdad? (Sin contar la tradición de que la familia de la novia paga todo –de lo que te salvaste, Feli!-) “El anillo, el ramo, la cola, el velo y la corona, los centros de mesa”. Una plana en la que no puede faltar nada, y que completan un montón de inutilidades, que además de feas, son carísimas.

Yo, de verdad nunca he podido entenderlo, pero para los demás, la rara soy yo. Un tema mucho más extenso, con sus cuantas bifurcaciones. Ahora, una cosa si es cierta, aunque a la mayoría de los matrimonios que me invitan no voy, a los de este año, estoy yendo con obediencia, y estos días tengo un maratón: uno este sábado , y otro el próximo viernes . Un récord.

Iré para felicitar a mis amiguitos, el faranduleo, la cosa, y para repetirme lo que desde niña me dicho cada vez que voy a una boda: “no me voy a casar así, no me voy a casar así”. Salvo por una sola cosa, debo decir: los tequeños!

septiembre 25, 2007 Posted by | La gente es así, Manías | 34 comentarios

Error # 2

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Esto da demasiada risa, no?? Los errores son de todos, casi nadie se salva, pero con el carácter «educativo» que tienen las misiones, esto es como paradójico. Anímense pues, y formalicen su «inscricción». 

Mi idea inicial era postear las fotos de los pelones que agarro por ahí, pero Pino me dejó esta en un comentario del post anterior, y no pude dejarla pasar. La tenía en cola después de unas cuantas que tengo guardadas, pero hagamos este adelanto, que las inscricciones lo ameritan.

Error # 2: La foto es en Maracay, tomada por un pana de Pino.

septiembre 21, 2007 Posted by | Errores ortográficos | 13 comentarios

Contando errores – Error # 1

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Es que no puede ser que la gente cometa tantos errores ortográficos. No solamente apoyados en las barbaridades que se escriben en los mensajes de texto por la premura o para ahorra caracteres, sino porque nunca han sabido escribir.

Y que uno vea a un pana, un hermano, un compañero de trabajo cambiando una “b” por “v”, omitiendo una “h”, una “c” por “s”, no es nada comparado con que lo hacen ciertos profesionales que a diario deben escribir palabras comunes, como en este caso: se les paga para que escriban un letrero, y de paso, lo escriben mal. Y es más común de lo que se piensa.

No hay distinción: grafiteros, estudiantes, profesionales y hasta tipógrafos, no pelan. Así, que cada vez que tenga la oportunidad de capturar alguno de estos errores, los postearé para el recuerdo….pensando en que hay tantos memorables que ya dejé pasar, como todos esos cerca de mi casa que decían “Bota por Chávez”. He aquí el primero.

Error # 1: Restaurant Veracruz en Chichiriviche. Al menos se come divino

septiembre 19, 2007 Posted by | Errores ortográficos | 9 comentarios

¿Querés ir pa la feria?

Se me ocurrió ir a la feria de Barquisimeto, y aunque yo pocas veces me arrepiento de las cosas que hago y soy guerrera total para ver conciertos, puedo decir que esta es una de las peores ideas que he tenido en mi vida. Este post es largo, pero sirve de orientación.

 

Desde que Henri Falcón hizo su sueño realidad, y el cartel de cantantes de esta fiesta ha sido comparado con “Viña del Mar” – valga lo ambicioso de la analogía- ha traído a un montón de gente que no tiene nada que ver con las presentaciones que se daban antes en la Plaza de las Banderas, donde más de uno salía con un botellazo en la cabeza. Hasta de Shakira se ha hablado como posible atracción musical.

 

Se ha botado trayendo artistas internacionales que nunca –o casi nunca- vienen a Barquisimeto, y eso por un precio socialista, es una golilla hasta para el más pintado. Por ejemplo, este año viene Juan Luis Guerra, uno de los músicos latinoamericanos más respetados –y único merenguero respetado por mi- que nunca en su vida, ni en las glorias de 440 vino a Barquisimeto. También viene Chayanne, que llevará a más de una que todavía se la da de quinceañera romántica a verlo, por que mal que bien, el tipo es una estrella. Y así se van completando distintos géneros y músicos.

 

Pero los géneros que a mi me gustan, jamás son incluidos, por eso desde que Henri Falcón le dio ese carácter internacional a la feria, yo nunca iba, porque anyway, no me gustaba nadie de los que traía. Esta vez hay una noche medio rockera con Aterciopelados, que desde mi adolescencia ha sido una de mis bandas favoritas, y me entusiasmó. También Franco de Vita, a quien he visto todas y cada una de las veces que se ha presentado en Barquisimeto desde que tengo 7 años. Y es el único romanticón que me ha gustado toda la vida.

 

Y Ricardo Arjona, donde comienza la historia. Ya he contado en antiguos post, e incluso en los de otros blogs, mi relación amor-odio con Arjona. Cómo me gustan muchas de sus canciones (en el lado oscuro de mis MP3), y cómo detesto hasta la muerte otras tantas, sobre todo desde el 2000 para acá.

 

Sin embargo, yo que soy tan salía y no me gusta perderme ningún concierto (hecho también relatado anteriormente), menos de esas gentes poco comunes en mi ciudad, me aventuré a ir a Ricardo Arjona, y a la vez hacer una evaluación a la feria, que aún no gozaba de mi plena confianza. De agradarme la cosa, entonces repetiría con Franco y Aterciopelados.

 

¿Pero saben qué? Feria de pueblo, es feria de pueblo, y aunque la única vez que utilicé la palabra “niche” en este blog, me preguntaron si era discriminatoria, confirmo lo que ya es sabido por todos, y a mi como que se me olvidó o caí en las trampas de las promociones del cartel: la feria es demasiado niche. Punto. No me importa la exclusión social, ni los resentimientos, ni que Venezuela es todos, ni nada: es una cosa horrible, y el que no me crea y aún tenga ganas de defenderlo, puede ir a meterse en la olla durante toda la semana que queda de feria.

 

Por un momento pensé que eso “sólo se me ocurría a mi”, pero andábamos varios juntos: Durga, que es más sifrina que yo para esas cosas; su hijo Alejandro; su hermana Durbraska, que fue el alma de la fiesta; mi fiel compañera la Mona que va todo lo que yo la invito y menos mal que no se amotina; y Nelson, que no tenía ni las mínimas ganas de ver a Arjona, pero un poco asustado, decidió acompañarme. Además, nos encontramos a un montón de gente, que después tomó la misma decisión que nosotros: irse.

 

Les contaré algunas observaciones generales y personales para evaluar qué ocurrió. Primero las generales, ya que no todas serán contadas en los medios por ese terror enfermo que tienen los canales, las radios y la prensa de que Henri les quite la publicidad de la alcaldía si se atreven a decir algo en su contra. Amenazas que he visto muy de cerca, y no son especulaciones mías, por cierto.

 

En la entrada al recinto no había nada de aquello que uno conoce como “colas”. La gente se aglomeraba en la puerta, una reja de estacionamiento bastante estrecha para la cantidad de personas, y un soldadito de cuando en cuando la abría dejando entrar a la gente por grupos, con la técnica del empuje, no sin antes, entonar: “Señores, voy a abrir pero no empujen porque empiezo a repartir rolazos”. ¡Bravo! Militar venezolano tenías que ser, bolsa! La gente se paraba frente a la reja, y los que cabían en medio de los apretujones, entraban, sino, tenían que esperar la próxima ronda de apretujamiento. Una vez pasada la reja, la presión de las personas que venían detrás, hacía que cayeran unos sobre otros y empezaran los percances. Este mecanismo no ocurre jamás en un concierto por el que uno pague un precio promedio de una entrada, pero en el modus operandi de los 20 mil bolos que cuesta la feria, viene incluido.

 

Después está el espacio, improvisado como casi todo. No el viejo Coliseo, ni mucho menos un espacio destinado especialmente para eso. Los conciertos son en un montón de tierra donde encaraman la tarima y donde de una manera muy mal distribuida están atravesados los kioscos de cerveza y los puestos de pinchos. Todo atravesado. Entonces no hay un lugar donde poder instalarse, porque o te ahoga el humo de los pinchos o te ahoga la gente que se pega. Por cierto, ¿cuándo tendrá forma el Parque Arena? ¿Cuándo ya ande rodando el Transbarca?

 

Y ahí vamos con el punto discriminatorio: la gente. Primero, demasiada. Segundo, de todo tipo. Muchos como de propaganda chavista, muchas como misses con pelos secados y pintas estrafalarias, y el inevitable malandraje, que aunque uno no lo quiera aceptar, predomina en estos evento por todos lados que uno mire. Una mezcla bárbara de todos lo seres humanos que se pueden conocer. Y como era tanta, tanta la gente, te iban arrastrando de un lado a otro hasta un punto que no se podía controlar, ni te podías cambiar de puesto.

 

Las personales tiene que ver con mis manías:

 

Yo casi nunca llego temprano a los conciertos. No me gusta esperar, llegar a las 6 de la tarde para que el tipo que uno va a ver salga a las 11 de la noche. Sin embargo, en tours me ha tocado llegar temprano, entonces busco sentarme o instalarme lo más cómodo que se pueda, como he hecho en el Forum, el Poliedro, el valle del pop, la UCV, e incluso, el mismo Coliseo. Quizás si hubiera llegado más tarde, y estratégicamente no entraba a la olla, mi perspectiva sería diferente. Pero las condiciones tampoco estaban dadas para andar muy de noche aventurando en la feria.

 

En consecuencia, el tiempo de espera fue interminable, no sólo por la incomodidad, sino porque de paso, había tres grupos que antecedían a Arjona que no tenían nada que ver con él. ¿Quién escogió ese cartel con esa combinación tan mala? La banda Cocktail, Los adolescentes y la Billos. ¿Será que yo no he notado la similitud? Entonces, aquello era infinito, pues entre Cocktail y Los adolescentes hubo una hora de espera, a la que había que sumar el tiempo de presentación, más la espera de los otros. Típica característica ferial.

 

Durante esa espera ponían reguetón, y como aquí la gente es tan reguetonera, panchera, y parrandera, todos tenían cara de contentos y de “qué fina es esta feria”. Así que el pueblo está alegre porque nada importa cuando se está de fiesta.

 

¿Qué fue de Ricardo Arjona? Ni pensamos en él cuando tomamos la decisión de irnos. Sólo imaginarnos tener que estar 3 horas más en las mismas condiciones, y nuestros bocetos de cómo sería la salida, nos hicieron huir despavoridos del lugar y sin ganas de volver. Ni con entrada, acreditación de prensa (que la tengo), ni pase VIP, ni nada.

 

Cuando llegamos a buscar el carro el Las Trinitarias, nos dimos cuenta que ahí se escuchaba perfecto, y con la poca intención que quedaba de escuchar alguito del tipo, nos quedamos a esperar a que por lo menos saliera y no perder el viaje. Escuchamos las primeras canciones, hasta que nos corrieron del centro comercial y los malandrines de los alrededores no nos dejaron seguir espiando por la pantalla el transcurso del concierto. Y nos fuimos. Al menos cantó de tercera Acompáñame a estar solo, la canción que todos los que andábamos juntos, esperamos, incluso Nelson, que lo odia, pero por razones diferentes, a todos no conectaba. El Chisme: Todo el mundo lloró con la canción. Leer letra para adaptársela a cada personaje.

 

Toda una experiencia, irrepetible, sin duda. Y me quedé corta con este cuento.

 

PD: En mi Tumblelog, esta reseñada la experiencia más freak y divertida de mi visita a la feria. Leer aquí.

septiembre 16, 2007 Posted by | Crónicas Amotinating, Cuentos de camino | 13 comentarios

Terror Loganístico

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¡Finalmente me entregaron mi carrito!!!!…y yo creía que esta frase no la iba a decir nunca. Pero también creía que este post iba a ser el más feliz y emocionado de mi historia bloguera, pero no, estoy total y completamente en shock.

Por alguna razón me quedé petrificada cuando me lo entregaron, pero en serio, sin habla, y sin moverme. Feli me lo sacó de la agencia, valga decir que en Caracas, Altamira, pleno tráfico. Allí tuvo que demostrar sus habilidades de conductor luego de tener más de un año sin manejar –desde que le robaron el carro- y de paso, como el dijo, “redebutar” en la ciudad más caótica del país con sincrónico! Pues yo iba en el asiento de ATRÁS sin tocar ni un botoncito, enteramente paralizada. Ahora, imagínense mi terror al visualizarme frente al volante. NOOOOOOOOOOOOO. Me da pánico.

Yo cometí el gran error de no aprender a manejar adolescente (y eso ha retrasado mi emoción), como hace todo el mundo, por salío, por ganas de robarse el carro de los padres y agarrar pa algún sitio. Yo, cómoda como siempre, esperaba que me llevaran a todas partes y lo fui posponiendo hasta estar como ahora: sin el menor tiempo libre con mi horario, la viajadera, mis deberes de fin semana. O sea, ya que tengo el carro, pues no tengo tiempo de aprender, aunque suene exagerado. Pero es así.

Mi corta experiencia de menos de un mes manejando la he tenido gracias a mis amigas La Nerd y Tibi, quienes cada una en su carro, cada una con su estilo me enseñaron las cositas básicas y me pusieron a dar unas vueltas por El Pedregal. Pero los que me conocen, saben que yo soy muy académica para todo, que a mi me encanta una clase, un profesor que me diga el por qué y el para qué, y aunque no me puedo quejar de mis dos maestras empíricas, me hace falta como un salón de clase. Autoescuela, pues. Pero entre una y otra cosa durante estas ajetreadas vacaciones, no pude conseguir cupo. ¿Hay tanta gente que no sabe manejar?

Son muchos los temas que me dan terror: primero, el ocuparse de tantas cosas a la vez: croche, freno, acelerador, velocidades, volante, retrovisores, que ya es decir bastante. Y encima, el montón de carros que vienen por todos lados –los que van volando, los que se atraviesan, los que se te pegan atrás, los que se comen el semáforo, los que no tienen luces, entre otros-, las subidas donde el carro se va pa’tras, las calles angostas, las que nunca terminan de reparar en Barquisimeto. AUXILIOOOOOOOOOOOOOO.

Sé que quienes saben manejar se están torciendo de la risa burlándose de mi, pero yo lo veo como una de las cosas más difíciles que he tenido que aprender en mi vida. Considerando que a mi casi nada me parece difícil, y no es que me la esté dando de sabionda, pero todos los desafíos los asumo y ya, los hago, y por lo general, bien. Entonces, yo, igual que Latinoamérica, no estoy lista para tanto sabor.

La Nerd me decía que lo más difícil es comprar el carro, y que ahora que lo tengo, no me queda más que manejar, y que si toda la vida había pasado las materias “con mil”, más fácil es conducir un carro. No lo creo. Prefiero estudiar 20 veces en la universidad! Durga por su parte, me animó con el hecho de que ella aprendió con 7 meses de embarazo: ese es un reto heavy. Y así, cada quien me cuenta su anécdota de espanto, de las típicas apagadas de carro, y del auxilio que le pidieron al que venía atrás para que les pasara una subida.

Por ahora, lo maneja sólo Feli porque mi mamá siempre ha manejado automático y aún no se ha atrevido, lo que le echa más leña al fuego de mi terror, porque mi mamá se estresa por todo cuando va de pasajero (y dirige, se asusta, etc), así que espero que pronto lo manipule. Así como también espero tener a Nelson de chofer, mientras voy a prendiendo.

Lo cierto es que con mi carrito nuevo, que debo decir: es demasiado bello, sigo en las mismas condiciones, un poco mejoradas, pero siempre esperando que me lleven y me vayan a buscar.

Eso si, en estos dos días, las costumbres empiezan a sentir el cambio: no tener que esperar ni estresarme si el señor del transporte no llega, ni esperar el ruta en la parada, y algo que es casi anormal para mi: poder escuchar en el carro una canción que me guste. Esto, porque la mayoría de los rokceros o gente con mis gustos musicales no tiene carro, además de que mis amigas siempre tienen cds de Alejandro Sanz y Sin banderas en su carro, y no hablemos de los gustos de los taxistas.

Andrés me dijo que sabía que al leer mis posts luego de tener carro, las ronchas de peatona y la gente que me da la cola, iban a ser cambiadas por los huecos y los tarados que manejan en la calle. Seguro será así, pero primero debo superar el pavor que me dan el volante, las velocidades, y los demás carros en la vía.

Tan pasmada me quedé que no le he tomado ni una fotico al carrito. Y eso que me llevé la cámara al concesionario, pero el shock fue mayor que cualquier imagen para el recuerdo. Es un Renault Logan gris bellísimo (como el de la foto arriba), y no me vengan con el tema de todos los insoportables que me han dicho “los repuestos te van a salir carísimos”, como si algún repuesto hoy en día fuera barato.

Así que después de reunir cada bolívar después mi liquidación en el Hilton, las colaboraciones de mi familia y la novena a San Judas Tadeo que me regaló Estrellita, por ser el santo de los casos difíciles, heme aquí con mi carrito, de pasajera. Feliz, pero aterrorizada!

Espero pasear pronto a mis amiguitos, sobre todo a los que sé que pasan tanta roncha para moverse…eso sí, si alguna vez me negaron una cola, se fregaron porque tengo una lista con todos y cada uno de los nombres de quienes lo han hecho, y el lugar donde me dejaron botada jojojojo.

septiembre 10, 2007 Posted by | Cuentos de camino, Manías | 25 comentarios

Después de la playa

Cuando me fui a Mérida ya había relatado lo cómoda que soy para ir de vacaciones. Y en ocasiones anteriores, en mi finado blog, conté las razones por las que no me gusta ir a la playa. No se trata de que no me guste la playa, porque me encanta, lo que no me gusta es la roncha que está implícita en todos los viajes al mar. Y eso que yo jamás he ido- ni iré- a quedarme en carpa en la orilla, en la intemperie, frente a la posibilidad de que llueva, con plaga, sin un baño, ni una cama. Totalmente inconcebible para mi.

Tampoco me entusiasma mucho la idea de llegar a una casa que hay que limpiar y acomodar al llegar y al salir, y de paso, según el tamaño del grupo, hacer un comidón, para lo que hay que cargar un perolero. A mi se hace todo eso una ladilla, sumado al ya inevitable fastidio que trae consigo la arena hasta por dentro de los oídos, y de paso la piquiña o el ardor que le deja a uno el sol, después de perseguirlo durante todo el viaje. Son como muchas cosa, diría yo.

Es por eso que cuando mi mamá insistió en ir a la playa, nos sentamos frente al computador a buscar hoteles cómodos a donde ir. Aunque no escogimos el Coral Suites, nuestra elección en Chichiriviche no estuvo nada mal: posada con piscina, restaurante, cerquita del embarcadero, planta eléctrica, agua caliente, aire acondicionado y tv en las habitaciones. Es lo que se dice bueno, bonito y barato.

Por ahí estuvo todo muy bien, alojamiento listo. Lo que me pareció insólito de este viaje, a pesar de que yo estuve en Chichiriviche el año pasado, es lo extremadamente pueblo que sigue siendo ese sitio. Y adivinen qué? A mi me CHOCAN los pueblos que no tiene nada.

Pero el problema no es solamente que a mi me choque –cosa normal- sino que es uno de los destinos turísticos más visitados en este país, no sólo por gente de acá, sino por un montón de extranjeros que pendientes de bañarse en beias playas, se echan el cayo hasta Falcón, para conseguir su objetivo, pero dentro de la tierra del nunca jamás.

En cuanto al lugar, primero las calles. ¿Nunca ha habido alcalde en Chichiriviche? Porque aunque a mi me encante echarle la culpa de todo al gobierno bolivariano, desde que yo tengo memoria, la calles allá nunca han servido para nada: huecos en todas partes, y no como los de Barquisimeto, sino zanjas enormes que abarcan la mitad de la calle, y en consecuencia, unos fucking charcos en absolutamente todas las cuadras, que no dejan caminar a nadie tranquilamente. Luego, inexplicablemente, la mayoría de las calles no están asfaltadas, entonces, con el agua de los charcos, siempre hay que andar por un barrial inmenso. Lo único asfaltado de principio a fin, es la avenida principal por donde están las tienditas y eso. ¿Puede tener alguna explicación sensata que un sitio turístico como éste, se encuentre en esas condiciones?

Luego, los servicios, malos, como en casi todo el país. Comenzando por los taxis, tema en el que yo soy experta. No hay una sola línea de taxis en todo el bendito pueblo, pese a la cantidad de hoteles y gente que anda a pie. Cuando nosotros preguntamos por “algún taxi”, en el hotel nos dijeron que no llamaban a nadie porque todos eran incumplidos y que además, eso “aquí no se usa”. Queeeeeee!. Yo pensé que eran caprichos de la señora de la posada que no quería que la ladillaramos por taxis todas las noches, y estaba amotinada, por supuesto, porque ese chip que me metieron en el Hilton cuando trabajé allá, de que al cliente hay que conseguirle todo lo que pida, no se lo han metido a ninguno de los que me prestan servicios a mi.

Pero cuando nos fuimos a la calle, nos dimos cuenta de que en realidad es así. Comimos en el malecón (lo único que tiene vida en aquel lugar), y allá nos dijeron que “taxis hasta allá no llegan, hay que buscarlos”. Y en efecto, los taxis no andan rodando por ahí a ver si hay algún pasajero necesitando sus servicios. De hecho, cuando vimos pasar un par de ellos por la avenida como una aparición, les sacamos la mano con la señal de costumbre, y no se detuvieron, salvo el segundo, que se regresó, como dudando de lo que significaba aquel llamado. Así, dimos con la “parada” donde ellos se agrupan a esperar que la gente los busque, y no ellos a la gente, como es lo usual en todas las ciudades normales del mundo. Y allí el taxista nos dijo que ellos esperaban a los clientes, porque allá la gente no usa mucho taxi. Costumbres, digamos. Estamos claros que allá todo es cerca, pero tampoco para ir todos los días a todas partes a pie, y menos si se hace de noche, cuando caminar a cualquier hora en este país es inseguro, sobre todo por esas calles que obviamente, no están iluminadas.

Por otro lado, esos mismos taxistas que logramos encontrar, no sabían nada de lo que les preguntábamos. Mi mamá, que estaba loca por ir a un bingo, les preguntaba sobre los que hay en Isla del Sol y en Flamingo, y nos decían o que allá no había bingo, o que no abrían todos los días, o directamente, que el taxista estaba muy cansado para ir hasta allá.

Por eso es que entre otras cosas, yo duré años sin ir a la playa, salvo las de Margarita. Porque vas allá y sabes que vas a tener, no sólo playas bellísimas, sino una metrópoli entera (al menos en servicios, porque Margarita también tiene sus latitudes pueblerinas), y que trabajo no vas a pasar. Pero como me dijo Alfredo Izaguirre, como no tengo sueldo de ministro, no puedo ir a cada rato, aunque tengo la suerte de ir a menudo gracias a nuestro resort.

Sin embargo, no todo es tan malo. Mientras el 90% de la población no se mete en la cabeza el provecho que le pueden sacar a todo en lugares turísticos, hay un escaso 10% que al menos hace algo. Frente a la posada, había una bodega, tal cual, con un señor que se las sabía todas y nos conseguía lo que necesitábamos. Primero, tenía de todo, era como un Farmatodo, estilo pulpería. Negoció con Feli y Nelson, venderles tantas cervezas para llevar a la playa, les prestó la cava por los días que estuvimos allá, hacía destapadores y tenía respuestas para cada pregunta. Hasta alquilaba habitaciones arriba del negocio. Ese sí es un visionario. Otro punto a favor son los lancheros que nos llevaron a los cayos. Todos amables y súper puntuales, pendientes del buen funcionamiento de su negocio. Les dan tres patadas a los taxistas de Barquisimeto. Además, las lanchas están como repotenciadas y se ven nuevecitas, no como en años anteriores cuando ya no podían con el deterioro.

 

Anyway, la playa estuvo muy rica. Los cayos cercanos a Chichiriviche siempre son un buen lugar de relax, parte de ese paraíso que nos queda en Venezuela, y que supongo, será la razón porque la que a pesar del pésimo contexto, volvemos una y otra vez.

 

Las fotos, aquí

septiembre 2, 2007 Posted by | Cuentos de camino, La gente es así, Manías | 13 comentarios

3108 day

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Así decían las reglas: 5 blogs nuevos para darlos a conocer, en el que fue decretado el Día de los blogs. Ayer, 31 de agosto. Por ahí leí que escogieron esta fecha porque los números de día y mes se asemejan la palabra BLOG: 3108, como ven en la ilustración.

Muchos conocerán la historia de que se empezó haciendo una lista de tus 5 blogs favoritos para hacerles una especie de homenaje el día que se escogió para celebrar la proliferación de los blogs por todas partes. Luego, surgieron unas reglas con la intención de promocionar a los más nuevos, porque de lo contrario, siempre se citarían los mismos. Aunque hay quienes igual, este año, enlistaron sus favoritos, fueran nuevos o no.

Yo hice mi lista de 5, pese a que recién acabo de hacer la lista de los Thinking Award, y no es lo mucho, sino lo seguido. Pero para no dejar pasar por debajo de la mesa el Blog Day, esta es mi lista:

Salvavinilos: Sé que somos muchos los que estamos enfiebrados desde su comienzo, hace algunas semanas, con este blog de música vieja. Todo lo que usted se imaginó que jamás en la vida iba a volver escuchar, producto de la bonanza musical que hubo en los 80 en nuestro país, se lo va a encontrar ahí. Se va a reír y se va a acordar de novelas, episodios de su infancia o juventud, según el caso. Lo mejor de todo, es que la reseña de cada disco de vinil está acompañado por TODAS las canciones del LP. Se pueden pasar horas allí. Jairo y Raúl actualizan con mucha frecuencia.

El fantasma de Canterville: Tiene pocos posts porque es muy nuevo. Pero tiene la mordacidad que le conozco a su autor (el fantasma), desde antes. Un poco de música, muchas opiniones políticas y sobre lo que nos pasa como venezolanos. Aunque aún no hay suficientes posts para generalizar o catalogar.

Cíclope Tuerto: Arnoldo es un flojo que casi nunca escribe en su blog y que estudió conmigo en la universidad. Bueno, digamos que está muy ocupado para no hacerlo quedar mal. Lo actualiza casi una vez al mes. Pero cuando lo hace, siempre es para publicar crónicas descriptivas de cualquier cosa cotidiana que ocurre en nuestra ciudad (Barquisimeto), que parecen ser mamadera de gallo, pero es lo más serio que pueda pasar. A mi me encanta, es de esos que leo y de una vez me identifico porque me ha pasado algo similar, o lo he visto. A veces escribe más literario, para mostrarnos por medio de una historia elaborada, eso tan común que se ve a diario.

Cagá e país: Aunque el nombre no me gusta, porque yo soy de esos de “yo me quedo en Venezuela porque yo soy optimista” (con pruebas extras de resistencia), y en consecuencia, no me agradan las expresiones peyorativas con respecto al país, obviamente no se puede tapar el sol con un dedo. Y como la mayoría de las cosas en este país funcionan tan mal, los autores de este blog, se encargan de reseñarlas. Política, actualidad, radiografías sarcásticas de venezolanos comunes, hazañas folclóricas del gobierno.

 

Tertuliana Blog: La existencia de este blog me llegó por correo. Creo que ni siquiera actualiza en los directorios venezolanos. Su autora, Claudia Cazorla escribe semanalmente tres post, como siguiendo las indicaciones de la producción de un programa de radio. Son tres “secciones” por llamarlo así: A vuela pluma – que es mi favorita- donde escribe como si fuera una niña de seis años, los recuerdos que tiene de esa época, muy divertido. Tren N, cuentos cortos de los que dejan a uno picado. Y largos textos firmados por Matusalén Gómez, de diversos temas, siempre con historias interesantes. Claro, a veces se sale del esquema y publica uno que otro episodio de su vida en New York.

Esos son mis «promocionados» este año.

septiembre 1, 2007 Posted by | Makinaciones blogueras | 6 comentarios