Edelweiss’s Voice

El sonido de mis letras

Después de los 27…

Ahora con 28, en resumen, mi cumple estuvo finísimo. Todos los años es igual, una especie de ritual, del cual –como noté este año- no me puedo escapar. Desde que mi mamá dejó de organizarme las fiestas más esperadas del año durante mi infancia (sin exagerar, eran LAS-FIESTAS), mi cumple comienza justo a las 12 en punto, cuando La Nerd se pelea con varios de mis otros panas para ser la primera en llamar.  

Y así, el día arranca bien temprano, la gente llamando, almuerzo familiar, mi mamá corriendo con la comida que ofrecerá a los visitantes (porque le gustó lo de la organización), Feli arreglando el espacio, ocupándose del alcohol, hasta que mis amigos empiezan a aparecer, casi en orden cronológico: los de toda la vida, los primos, los que en algún momento estudiaron algo conmigo, los de la radio, los del rock and roll, también los de los blogs… Algunos no pierden asistencia, otros vienen un año sí, un año no, otros sorprenden. Hablando aquí, hablando allá, comiendo, se pasa la noche, siempre hasta tarde. 

Al principio me estaba dando flojera todo (nada raro), y como que ya no quería ir a almorzar, y hasta bromeé con Nelson y Feli con que llamaran a la gente y les dijeran que ya no fueran a la casa en la noche. Parecía como un síndrome premenstrual, de los que jamás he sufrido, ni conozco, pero es con lo que relaciono esa mini nostalgia. ¿Será que me pesaron los 28? Pero pasó rápido, y todo marchó bien. 

Terminando el año, la gente suele hacer una especie de balance, agrupando lo bueno y lo no tan bueno. Aunque a mi me coincide la época con el cumple, eso tampoco lo hago, me parece tan pavoso como la lista de metas que se quedan en el papel o atragantarse de uvas a 5 pa’ las 12. Pero obligatoriamente debo decir que a pesar de las 700 cosas por las que me quejo a diario, este año me fue bastante bien por todos lados, y estoy infinitamente agradecida y contenta, tanto que casi no tuve qué pedir hoy al niño Jesús. Lo suficiente como para que destaquen las cosas que he hecho ante la insistencia de tanta gente necia que siempre exclama –o murmura, depende- “(25, 26, 27) 28 y no se ha casado!!” jajaja.  

Como ñapa hasta obtuve una computadora nueva (se oye al unísono: ¡Al fin!). Aunque sigo escribiendo en la vieja porque siete años de estrecha relación, no se cortan así de fácil.  Fue una especie de vaca que comenzó con un half  & half con Nelson, quien tuvo la iniciativa porque ya era hora de que me apoderara de una portátil (tanto hablar de eso en mi programa, y sigo procesando todo en mi casi 386), pero como al final nos decidimos por una un pelo más cara, mis padres aportaron al pote y terminó siendo una compra colectiva. Así trabajamos nosotros en equipo.  

Ahora más cerca de los 30 pienso: ¿A los 30 me tendré que vestir con el uniforme de todas las mujeres de Bqto, que compran en Mulatos o en cualquier otra tienda espantosa del CC Paris? Y aunque de inmediato me llega la respuesta NOOOOO, a veces me intrigan inquietudes estúpidas como esa, por la seriedad del asunto. Y es que entre más cerca estoy de los 30, aún con responsabilidades, mucho trabajo, deudas, planes más grandes como las cosas de la gente grande, más me sigo pareciendo a como era cuando tenía 20. No en vano en la UNEY siempre piensan que soy una estudiante!! 

Algunas fotos de mi cumple aquí 

Feliz navidad, puesssssssss  

diciembre 24, 2007 Posted by | Cuentos de camino | | 13 comentarios